miércoles, 5 de septiembre de 2012

Dichoso el pueblo escogido por Dios


Santo(s) del día: San Lorenzo Justiniano

Oremos:
Concédenos, Señor, ser dóciles a las inspiraciones de tu Espíritu para que realicemos siempre en nuestra vida tu santa voluntad.
Por nuestro Señor Jesucristo... Amén.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios (3, 1-9)
Hermanos:
Anteriormente no pude hablarles como a hombres movidos por el Espíritu Santo, sino como a individuos sujetos a sus pasiones. Como a cristianos todavía niños, les di leche y no alimento sólido, pues entonces no lo podían soportar.
Pero ni aun ahora pueden soportarlo, pues sus pasiones los siguen dominando. Porque, mientras haya entre ustedes envidias y discordias, ¿no es cierto que siguen sujetos a sus pasiones y viviendo en un nivel exclusivamente humano?
Cuando uno dice:
“Yo soy de Pablo”, “Yo soy de Apolo”, ¿no proceden ustedes de un modo meramente humano? En realidad, ¿quién es Apolo y quién es Pablo? Solamente somos servidores, por medio de los cuales ustedes llegaron a la fe, y cada uno de nosotros hizo lo que el Señor le encomendó.
Yo planté, Apolo regó, pero fue Dios quien hizo crecer. De modo que ni el que planta ni el que riega tienen importancia, sino sólo Dios, que es quien hace crecer. El que planta y el que riega trabajan para lo mismo, si bien cada uno recibirá el salario conforme a su propio trabajo.
Así pues, nosotros somos colaboradores de Dios y ustedes son el campo de Dios, la casa que Dios edifica.
Palabra de Dios. + Te alabamos, Señor.

Salmo 32 + Dichoso el pueblo escogido por Dios.
Feliz la nación cuyo Dios es el Señor, dichoso el pueblo que escogió por suyo. Desde el cielo el Señor, atentamente, mira a todos los hombres.
Desde el lugar de su morada observa a todos los que habitan en el orbe. El formó el corazón de cada uno y entiende sus acciones.
En el Señor está nuestra esperanza, pues él es nuestra ayuda y nuestro amparo; en el Señor se alegra el corazón y en él hemos confiado.

† Lectura del santo Evangelio según san Lucas (4, 38-44) + Gloria a ti, Señor.
[38] Saliendo Jesús de la sinagoga, entró en casa de Simón. La suegra de Simón tenía una fiebre muy alta, y le rogaron por ella.
[39] E inclinándose hacia ella, conminó a la fiebre, y la fiebre desapareció. Y al instante, ella se levantó y se puso a servirles.
[40] Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos con diversas dolencias se los traían. Y él, poniendo las manos sobre cada uno, los curaba.
[41] De muchos salían demonios gritando y diciendo: -¡Tú eres el Hijo de Dios! Y él, increpándoles, no les dejaba hablar porque sabían que él era el Cristo.
[42] Cuando se hizo de día, salió hacia un lugar solitario, y la multitud le buscaba. Llegaron hasta él, e intentaban detenerlo para que no se alejara de ellos.
[43] Pero él les dijo: -Es necesario que yo anuncie también a otras ciudades el Evangelio del Reino de Dios, porque para esto he sido enviado.
[44] E iba predicando por las sinagogas de Judea.
Palabra del Señor.+ Gloria a ti, Señor Jesús.


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