sábado, 25 de agosto de 2012

Que se postre ante ti, Señor, la tierra entera


Santo(s) del día: San José de Calasanz

Oremos:
Dios todopoderoso y eterno, que con amor gobiernas los cielos y la tierra, escucha paternalmente las súplicas de tu pueblo y haz que los días de nuestra vida transcurran en tu paz.
Por nuestro Señor Jesucristo... Amén.

Lectura del libro del profeta Ezequiel (43, 1-7)
En aquellos días, un ángel me llevó a la puerta del templo, que da hacia el oriente, y vi que la gloria del Señor venía del oriente. Se oía un ruido como el estruendo de un río caudaloso y la tierra resplandecía con el fulgor de la gloria de Dios. Esta visión me recordó la que tuve cuando el Señor vino a destruir la ciudad y la que había tenido junto al río Kebar. Y caí rostro en tierra.
La gloria del Señor penetró en el templo por la puerta que da al oriente. El espíritu me levantó y me llevó al atrio interior y vi que la gloria del Señor llenaba el templo.
Entonces oí que alguien me hablaba desde el templo, y el hombre que estaba junto a mí me dijo:
“Hijo de hombre, éste es el lugar de mi trono, el lugar donde pongo las plantas de mis pies. Aquí habitaré para siempre con los hijos de Israel”.
Palabra de Dios. + Te alabamos, Señor.

Salmo 84 + El Señor habitará en la tierra.
Escucharé las palabras del Señor, palabras de paz para su pueblo santo. Está ya cerca nuestra salvación y la gloria del Señor habitará en la tierra.
La misericordia y la verdad se encontraron, la justicia y la paz se besaron, la fidelidad brotó en la tierra y la justicia vino del cielo.
Cuando el Señor nos muestre su bondad, nuestra tierra producirá su fruto. La justicia le abrirá camino al Señor e irá siguiendo sus pisadas.


† Lectura del santo Evangelio según san Mateo (23, 1-12) + Gloria a ti, Señor.
[1] Entonces Jesús habló a las multitudes y a sus discípulos
[2] diciendo: -En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos.
[3] Haced y cumplid todo cuanto os digan; pero no obréis como ellos, pues dicen pero no hacen.
[4] Atan cargas pesadas e insoportables y las echan sobre los hombros de los demás, pero ellos ni con uno de sus dedos quieren moverlas.
[5] Hacen todas sus obras para que les vean los hombres. Ensanchan sus filacterias y alargan sus franjas.
[6] Anhelan los primeros puestos en los banquetes, los primeros asientos en las sinagogas
[7] y que les saluden en las plazas, y que la gente les llame rabbí.
[8] Vosotros, al contrario, no os hagáis llamar rabbí, porque sólo uno es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos.
[9] No llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque sólo uno es vuestro Padre, el celestial.
[10] Tampoco os dejéis llamar doctores, porque vuestro doctor es uno sólo: Cristo.
[11] Que el mayor entre vosotros sea vuestro servidor.
[12] El que se ensalce será humillado, y el que se humille será ensalzado.
Palabra del Señor. + Gloria a ti, Señor Jesús.


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