lunes, 6 de agosto de 2012

Este es mi Hijo muy amado, escúchenlo


Fiesta de la Iglesia: La Transfiguración del Señor
Santo(s) del día: San Esteban Cardeña

Oremos:
Dios nuestro, que en la Transfiguración gloriosa de tu Hijo unigénito fortaleciste nuestra fe con el testimonio de Moisés y Elías y nos dejaste entrever la gloria que nos espera, como hijos tuyos, concédenos seguir el Evangelio de Cristo para compartir con él la herencia de tu Reino.
Por nuestro Señor Jesucristo... Amén.


Lectura del libro del profeta Daniel (7, 9-10. 13-14)
Yo, Daniel, tuve una visión nocturna:
Vi que colocaban unos tronos y un anciano se sentó. Su vestido era blanco como la nieve, y sus cabellos, blancos como lana. Su trono, llamas de fuego, con ruedas encendidas. Un río de fuego brotaba delante de él. Miles y miles lo servían, millones y millones estaban a sus órdenes. Comenzó el juicio y se abrieron los libros.
Yo seguí contemplando en mi visión nocturna y vi a alguien semejante a un hijo de hombre, que venía entre las nubes del cielo. Avanzó hacia el anciano de muchos siglos y fue introducido a su presencia. Entonces recibió la soberanía, la gloria y el reino. Y todos los pueblos y naciones de todas las lenguas lo servían. Su poder nunca se acabará, porque es un poder eterno, y su reino jamás será destruido.
Palabra de Dios. + Te alabamos, Señor.

Salmo 96 + Reina el Señor, alégrese la tierra.
Reina el Señor, alégrese la tierra; cante de regocijo el mundo entero. Tinieblas y nubes rodean el trono del Señor que se asienta en la justicia y el derecho.
Los montes se derriten como cera ante el Señor de toda la tierra. Los cielos pregonan su justicia, su inmensa gloria ven todos los pueblos.
Tú, Señor altísimo, estás muy por encima de la tierra y mucho más en alto que los dioses.

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pedro (1, 16-19)
Hermanos:
Cuando les anunciamos la venida gloriosa y llena de poder de nuestro Señor Jesucristo, no lo hicimos fundados en fábulas hechas con astucia, sino por haberlo visto con nuestros propios ojos en toda su grandeza. En efecto, Dios lo llenó de gloria y honor, cuando la sublime voz del Padre resonó sobre él, diciendo:
“Este es mi Hijo amado, en quien yo me complazco”. Y nosotros escuchamos esta voz, venida del cielo, mientras estábamos con el Señor en el monte santo.
Tenemos también la firmísima palabra de los profetas, a la que con toda razón ustedes consideran como una lámpara que ilumina en la oscuridad, hasta que despunte el día y el lucero de la mañana amanezca en los corazones de ustedes.
Palabra de Dios. + Te alabamos, Señor.

† Lectura del santo Evangelio según san Marcos (9, 2-10) + Gloria a ti, Señor. [2] Seis días después, Jesús se llevó con él a Pedro, a Santiago y a Juan, y los condujo, a ellos solos aparte, a un monte alto y se transfiguró ante ellos.
[3] Sus vestidos se volvieron deslumbrantes y muy blancos; tanto, que ningún batanero en la tierra puede dejarlos así de blancos.
[4] Y se les aparecieron Elías y Moisés, y conversaban con Jesús.
[5] Pedro, tomando la palabra, le dice a Jesús: -Maestro, qué bien estamos aquí; hagamos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
[6] Pues no sabía lo que decía, porque estaban llenos de temor.
[7] Entonces se formó una nube que los cubrió y se oyó una voz desde la nube: -Éste es mi Hijo, el amado: escuchadle.
8] Y luego, mirando a su alrededor, ya no vieron a nadie: sólo a Jesús con ellos.
[9] Mientras bajaban del monte les ordenó que no contasen a nadie lo que habían visto, hasta que el Hijo del Hombre resucitara de entre los muertos.
[10] Ellos retuvieron estas palabras, discutiendo entre sí qué era lo de resucitar de entre los muertos.
Palabra del Señor. + Gloria a ti, Señor Jesús.


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