jueves, 16 de agosto de 2012

Los ojos del Señor están puestos en sus hijos


Santo(s) del día: San Roque Enfermero

Oremos:
Concédenos, Señor, tu ayuda para entregarnos fielmente a tu servicio porque sólo en el cumplimiento de tu voluntad podremos encontrar la felicidad verdadera.
Por nuestro Señor Jesucristo… Amén.

Lectura del libro del profeta Ezequiel (12, 1-12)
El Señor me habló y me dijo:
“Hijo de hombre, vives en medio de un pueblo rebelde: tienen ojos para ver y no ven, oídos para oír y no oyen, porque son un pueblo rebelde.
Ahora, pues, hijo de hombre, prepara tus cosas como quien va al destierro y vete de día, ante la vista de todos, a ver si se dan cuenta de que son un pueblo rebelde. Arregla tus cosas como quien va al destierro, de día, ante la vista de todos y sal por la tarde, a la vista de todos, como salen los desterrados. Haz, a la vista de todos, un agujero en la pared y sal por ahí. Ante la vista de todos, échate tus cosas al hombro y sal en la oscuridad; cúbrete la cara para no ver el país, porque te he convertido en una señal para el pueblo de Israel”.
Hice, pues, lo que el Señor me había ordenado: de día preparé mis cosas como quien va al destierro; por la tarde hice un agujero en la pared, con la mano, y salí en la oscuridad, con mis cosas al hombro, ante la vista de todos.
A la mañana siguiente, el Señor me habló y me dijo:
“Hijo de hombre, ¿no te ha preguntado el pueblo de Israel, ese pueblo rebelde, qué era lo que estabas haciendo? Pues anúnciales: ‘Esto dice el Señor:
Estas palabras se refieren al príncipe que está en Jerusalén y a todo el pueblo de Israel, que vive en la ciudad’.
Diles:
‘Yo soy una señal para ustedes: lo que yo he hecho, eso harán con ustedes: irán cautivos al destierro y su príncipe, con sus cosas al hombro, saldrá en la oscuridad; perforarán una pared para que pueda salir y él se cubrirá la cara para no ver el país con sus ojos’ ”.
Palabra de Dios. + Te alabamos, Señor.

Salmo 77 + Perdona a tu pueblo, Señor.
Los israelitas provocaron al Dios altísimo y se rebelaron contra él, negándose a guardar sus preceptos. Desertaron y lo traicionaron, como sus padres, fallaron como un arco mal hecho.
En sus colinas lo encolerizaban, con sus ídolos provocaban sus celos. Dios lo oyó y se indignó y rechazó totalmente a Israel.
Mandó sus soldados al cautiverio y el arca de la alianza, a las manos enemigas; entregó su pueblo a la espada, encolerizado contra su heredad.


† Lectura del santo Evangelio según san Mateo (18, 21—19, 1) + Gloria a ti, Señor.
[21] Entonces, se acercó Pedro a preguntarle: -Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano cuando peque contra mí? ¿Hasta siete?
[22] Jesús le respondió: -No te digo que hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
[23] Por eso el Reino de los Cielos viene a ser como un rey que quiso arreglar cuentas con sus siervos.
[24] Puesto a hacer cuentas, le presentaron uno que le debía diez mil talentos.
[25] Como no podía pagar, el señor mandó que fuese vendido él con su mujer y sus hijos y todo lo que tenía, y que así pagase.
[26] Entonces el siervo, se echó a sus pies y le suplicaba: «Ten paciencia conmigo y te pagaré todo».
[27] El señor, compadecido de aquel siervo, lo mandó soltar y le perdonó la deuda.
[28] Al salir aquel siervo, encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándole, lo ahogaba y le decía: «Págame lo que me debes».
[29] Su compañero, se echó a sus pies y se puso a rogarle: «Ten paciencia conmigo y te pagaré».
[30] Pero él no quiso, sino que fue y lo hizo meter en la cárcel, hasta que pagase la deuda.
[31] Al ver sus compañeros lo ocurrido, se disgustaron mucho y fueron a contar a su señor lo que había pasado.
[32] Entonces su señor lo mandó llamar y le dijo: «Siervo malvado, yo te he perdonado toda la deuda porque me lo has suplicado.
[33] ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo la he tenido de ti?»
[34] Y su señor, irritado, lo entregó a los verdugos, hasta que pagase toda la deuda.
[35] Del mismo modo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada uno no perdona de corazón a su hermano.
[1] Cuando terminó Jesús estos discursos, partió de Galilea y fue a la región de Judea, al otro lado del Jordán.
Palabra del Señor. + Gloria a ti, Señor Jesús.


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