martes, 10 de julio de 2012

"La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos."


Santo(s) del día: Santa Verónica Giuliane

Oremos:
Padre todopoderoso, tú que concediste a santo Tomás reconocer a Cristo como su Señor y su Dios; por intercesión de este Apóstol, haz que crezcamos en la fe, para que creyendo firmemente en tu Hijo Jesucristo podamos participar de su vida divina.
Por nuestro Señor Jesucristo... Amén.

Lectura de la carta del profeta Oseas 8, 4-7.11-13
"Siembran vientos y cosechan tempestades"
Esto dice el Señor:«Han puesto reyes sin mi aprobación, han establecido príncipes sin saberlo yo. Con su plata y su oro se han hecho ídolos, para su propia ruina. Me repugna tu becerro, Samaria; mi ira se enciende contra ellos. ¿Hasta cuándo estarán sin purificarse? Viene de Israel, lo ha hecho un artesano. ¡Eso no es Dios! Será, pues, hecho astillas el becerro de Samaria. Siembran vientos y cosechan tempestades: su grano no dará espigas, ni la espiga, harina; y si la da, extranjeros la devorarán. Efraín ha multiplicado los altares, pero han sido sólo para pecar. Aunque les escriba miles de leyes, las consideran como de un extraño. Les gusta ofrecerme sacrificios y comer la carne inmolada. Pero el Señor no los acepta, sino que recordará sus culpas, les tomará cuentas de sus pecados y tendrán que regresar a Egipto».
Palabra de Dios. → Te alabamos, Señor.

Salmo 113 → "Nosotros confiamos en el Señor."
Nuestro Dios está en los cielos, todo lo que quiere lo hace. Los ídolos de las naciones, en cambio, son de plata y oro, y han sido fundidos por manos humanas.
Tienen boca y no hablan, tiene ojos y no ven, tienen orejas y no oyen, tiene nariz y no huelen.
Tienen manos y no tocan, tienen pies y no caminan, ni un sonido emite su garganta. Sean como ellos quienes los fabrican, quienes confían en ellos.
Pueblo de Israel, confía en el Señor: él te auxilia y te defiende; descendencia de Aarón; confía en el Señor: él te auxilia y te defiende.

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 9, 32-38 → Gloria a ti, Señor. 32 Apenas se fueron los ciegos, le trajeron a uno que tenía un demonio y no podía hablar. 33 Jesús echó al demonio, y el mudo empezó a hablar. La gente quedó maravillada y todos decían: «Jamás se ha visto cosa igual en Israel.» 34 En cambio, los fariseos comentaban: «Este echa a los demonios con la ayuda del príncipe de los demonios.»
35 Jesús recorría todas las ciudades y pueblos; enseñaba en sus sinagogas, proclamaba la Buena Nueva del Reino y curaba todas las dolencias y enfermedades.
36 Al contemplar aquel gran gentío, Jesús sintió compasión, porque estaban decaídos y desanimados, como ovejas sin pastor. 37 Y dijo a sus discípulos: «La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. 38 Rueguen, pues, al dueño de la cosecha que envíe trabajadores a recoger su cosecha.»
Palabra del Señor. → Gloria a ti, Señor Jesús.


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