viernes, 9 de marzo de 2012

Segundo Viernes de Cuaresma

Santo(s) del día: Santa Francisca Romana

Oremos:
Por medio de nuestras privaciones cuaresmales, purifícanos, Señor todopoderoso, a fin de que podamos llegar con un espíritu nuevo a las próximas fiestas de la Pascua. - Por nuestro Señor Jesucristo… Amén.

Lectura del libro del Génesis (37, 3-4. 12-13. 17-28)
Jacob amaba a José más que a todos sus demás hijos, porque lo había engendrado en la ancianidad. A él le había hecho una túnica de amplias mangas. Sus hermanos, viendo que lo amaba más que a todos ellos, llegaron a odiarlo, al grado de negarle la palabra.
Un día en que los hermanos de José llevaron a Siquem los rebaños de su padre, Jacob le dijo a José:
“Tus hermanos apacientan mis rebaños en Siquem. Te voy a enviar allá”. José fue entonces en busca de sus hermanos y los encontró en Dotán. Ellos lo vieron de lejos, y antes de que se les acercara, conspiraron contra él para matarlo y se decían unos a otros: “Ahí viene ese soñador. Démosle muerte; lo arrojaremos en un pozo y diremos que una fiera lo devoró. Vamos a ver de qué le sirven sus sueños”.
Rubén oyó esto y trató de liberarlo de manos de sus hermanos, diciendo:
“No le quiten la vida, ni derramen su sangre. Mejor arrójenlo en ese pozo que está en el desierto y no se manchen las manos”. Eso lo decía para salvar a José y devolverlo a su padre.
Cuando llegó José a donde estaban sus hermanos, éstos lo despojaron de su túnica y lo arrojaron a un pozo sin agua. Luego se sentaron a comer, y levantando los ojos, vieron a lo lejos una caravana de ismaelitas, que venían de Galaad, con los camellos cargados de especias, resinas, bálsamo y láudano, y se dirigían a Egipto.
Judá dijo entonces a sus hermanos:
“¿Qué ganamos con matar a nuestro hermano y ocultar su muerte? Vendámoslo a los ismaelitas y no mancharemos nuestras manos. Después de todo, es nuestro hermano y de nuestra misma sangre”. Y sus hermanos le hicieron caso.
Sacaron a José del pozo y se lo vendieron a los mercaderes por veinticinco monedas de plata. Los mercaderes se llevaron a José a Egipto.
Palabra de Dios. → Te alabamos, Señor.

Salmo 104 → Recordemos las maravillas que hizo el Señor.
Cuando el Señor mandó el hambre sobre el país y acabó con todas las cosechas, ya había enviado por delante a un hombre: a José, vendido como esclavo.
Le trabaron los pies con grilletes y rodearon su cuerpo con cadenas, hasta que se cumplió su predicción y Dios lo acreditó con su palabra.
El rey mandó que lo soltaran, el jefe de esos pueblos lo libró, lo nombró administrador de su casa y señor de todas sus posesiones.

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo (21, 33-43. 45-46) → Gloria a ti, Señor.
33 Escuchen este otro ejemplo: Había un propietario que plantó una viña. La rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar y levantó una torre para vigilarla. Después la alquiló a unos labradores y se marchó a un país lejano. 34 Cuando llegó el tiempo de la vendimia, el dueño mandó a sus sirvientes que fueran donde aquellos labradores y cobraran su parte de la cosecha. 35 Pero los labradores tomaron a los enviados, apalearon a uno, mataron a otro y a otro lo apedrearon.

36 El propietario volvió a enviar a otros servidores más numerosos que la primera vez, pero los trataron de la misma manera.

37 Por último envió a su hijo, pensando: “A mi hijo lo respetarán”. 38 Pero los trabajadores, al ver al hijo, se dijeron: “Ese es el heredero. Lo matamos y así nos quedamos con su herencia”. 39 Lo tomaron, pues, lo echaron fuera de la viña y lo mataron. 40 Ahora bien, cuando venga el dueño de la viña, ¿qué hará con esos labradores?» 41 Le contestaron: «Hará morir sin compasión a esa gente tan mala y arrendará la viña a otros labradores que le paguen a su debido tiempo.»

42 Jesús agregó: «¿No han leído cierta Escritura? Dice así: La piedra que los constructores desecharon llegó a ser la piedra angular; ésa fue la obra del Señor y nos dejó maravillados.

43 Ahora yo les digo a ustedes: se les quitará el Reino de los Cielos, y será entregado a un pueblo que le hará producir sus frutos.» 45 Al oír estos ejemplos, los jefes de los sacerdotes y los fariseos comprendieron que Jesús se refería a ellos. 46 Hubieran deseado arrestarlo, pero tuvieron miedo del pueblo, que lo consideraba como un profeta.

Palabra del Señor. → Gloria a ti, Señor Jesús.

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