martes, 19 de junio de 2012

Misericordia, Señor, hemos pecado


Santo(s) del día: San Lamberto (+ 304)

Oremos:
Concédenos, Señor, Dios nuestro, amarte con todo el corazón y, con el mismo amor, amar a nuestros prójimos.
Por nuestro Señor Jesucristo… Amén.

Lectura del primer libro de los Reyes (21, 17-29)
Después de la muerte de Nabot, el Señor le dirigió la palabra al profeta Elías y le dijo:
“Levántate y ve al encuentro de Ajab, rey de Israel, que vive en Samaria. Se encuentra en la viña de Nabot, a donde ha ido para apropiársela. Dile lo siguiente:
‘Esto dice el Señor: ¿Así que, además de asesinar, estás robando?’
Dile también: ‘Por eso, dice el Señor, en el mismo lugar en que los perros han lamido la sangre de Nabot, los perros lamerán también tu propia sangre’ ”.
Ajab le dijo a Elías: “¿Has vuelto a encontrarme, enemigo mío?”
Le respondió Elías: “Sí, te he vuelto a encontrar. ‘Porque te has prestado para hacer el mal ante mis ojos, dice el Señor, yo mismo voy a castigarte: voy a barrer a tu posteridad y a exterminar en Israel a todo varón de tu casa, libre o esclavo.
Haré con tu casa lo que hice con la de Jeroboam, hijo de Nebat, y con la de Basá, hijo de Ajías, porque has provocado mi cólera y has hecho pecar a Israel.
A los hijos de Ajab que mueran en la ciudad, los devorarán los perros; y a los que mueran en el campo, se los comerán los buitres’. También contra Jezabel ha hablado el Señor y ha dicho:
‘Los perros devorarán a Jezabel en el campo de Yezrael’ ”. (Y es que en realidad no hubo otro que se prestara tanto como Ajab para hacer el mal ante los ojos del Señor, instigado por su esposa Jezabel. Su proceder fue abominable, porque adoró a los ídolos que habían hecho los amorreos, a quienes el Señor expulsó del país para dárselo a los hijos de Israel).
Cuando Ajab oyó estas palabras, desgarró sus vestiduras, se puso un vestido de sayal y ayunó; se acostaba con el sayal puesto y andaba cabizbajo. Entonces el Señor le habló al profeta Elías y le dijo: “¿Has visto cómo se ha humillado Ajab en mi presencia? Por eso, no lo castigaré a él durante su vida, pero en vida de su hijo castigaré a su casa”.
Palabra de Dios. → Te alabamos, Señor.

Salmo 50 → Misericordia, Señor, hemos pecado.
Por tu inmensa compasión y misericordia, Señor, apiádate de mí y olvida mis ofensas. Lávame bien de todos mis delitos y purifícame de mis pecados.
Puesto que reconozco mis culpas, tengo siempre presentes mis pecados. Contra ti solo pequé, Señor, haciendo lo que a tus ojos era malo.
Aleja de tu vista mis maldades y olvídate de todos mis pecados. Líbrame de la sangre, Dios, salvador mío, y aclamará mi lengua tu justicia.


† Lectura del santo Evangelio según san Mateo (5, 43-48) → Gloria a ti, Señor.
43 Ustedes han oído que se dijo: «Amarás a tu prójimo y no harás amistad con tu enemigo.» 44 Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y recen por sus perseguidores, 45 para que así sean hijos de su Padre que está en los Cielos. Porque él hace brillar su sol sobre malos y buenos, y envía la lluvia sobre justos y pecadores.
46 Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué mérito tiene? También los cobradores de impuestos lo hacen. 47 Y si saludan sólo a sus amigos, ¿qué tiene de especial? También los paganos se comportan así. 48 Por su parte, sean ustedes perfectos como es perfecto el Padre de ustedes que está en el Cielo.
Palabra del Señor. → Gloria a ti, Señor Jesús.


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