miércoles, 2 de mayo de 2012

Cuidaré de mis ovejas, dice el Señor


Santo(s) del día: San Atanasio Alejandría

Oremos:
Dios todopoderoso y eterno, que en el santo obispo Atanasio otorgaste a la Iglesia un insigne defensor de la divinidad de tu Hijo, concédenos, por su intercesión, crecer cada día más en tu conocimiento y en tu amor.
Por nuestro Señor Jesucristo… Amén.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (12, 24—13, 5)
En aquel tiempo, la palabra del Señor cundía y se propagaba. Cumplida su misión en Jerusalén, Saulo y Bernabé regresaron a Antioquía, llevando consigo a Juan Marcos. Había en la comunidad cristiana de Antioquía algunos profetas y maestros, como Bernabé, Simón (apodado el “Negro”), Lucio el de Cirene, Manahén (que se crió junto con el tetrarca Herodes) y Saulo. Un día estaban ellos ayunando y dando culto al Señor, y el Espíritu Santo les dijo: “Resérvenme a Saulo y a Bernabé para la misión que les tengo destinada”. Todos volvieron a ayunar y a orar; después les impusieron las manos y los despidieron.
Así, enviados por el Espíritu Santo, Saulo y Bernabé fueron a Seleucia y zarparon para Chipre. Al llegar a Salamina, anunciaron la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos.
Palabra de Dios. → Te alabamos, Señor

Salmo 66 → Que te alaben, Señor, todos los pueblos. Aleluya.
Ten piedad de nosotros y bendícenos; vuelve, Señor, tus ojos a nosotros. Que conozca la tierra tu bondad y los pueblos tu obra salvadora.
Las naciones con júbilo te canten, porque juzgas al mundo con justicia; con equidad tú juzgas a los pueblos y riges en la tierra a las naciones.
Que te alaben, Señor, todos los pueblos, que los pueblos te aclamen todos juntos. Que nos bendiga Dios y que le rinda honor el mundo entero.

† Lectura del santo Evangelio según san Juan (12, 44-50) → Gloria a ti, Señor.
44 Pero Jesús dijo claramente: «El que cree en mí no cree solamente en mí, sino en aquel que me ha enviado. 45 Y el que me ve a mí ve a aquel que me ha enviado. 46 Yo he venido al mundo como luz, para que todo el que crea en mí no permanezca en tinieblas.
47 Si alguno escucha mis palabras y no las guarda, yo no lo juzgo, porque yo no he venido para con denar al mundo, sino para salvarlo. 48 El que me rechaza y no recibe mi palabra ya tiene quien lo juzgue: la misma palabra que yo he hablado lo condenará el último día.
49 Porque yo no he hablado por mi propia cuenta, sino que el Padre, al enviarme, me ha mandado lo que debo decir y cómo lo debo decir. 50 Yo sé que su mandato es vida eterna, y yo entrego mi mensaje tal como me lo mandó el Padre.»
Palabra del Señor. → Gloria a ti, Señor Jesús.

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