lunes, 23 de abril de 2012

«La voluntad de Dios, es que creáis en aquel que ha enviado»



Santo del día: San Adalberto de Praga

Libro de los Hechos de los Apóstoles 6,8-15.
 Esteban, lleno de gracia y de poder, hacía grandes prodigios y signos en el pueblo.
Algunos miembros de la sinagoga llamada "de los Libertos", como también otros, originarios de Cirene, de Alejandría, de Cilicia y de la provincia de Asia, se presentaron para discutir con él.
Pero como no encontraban argumentos, frente a la sabiduría y al espíritu que se manifestaba en su palabra,
sobornaron a unos hombres para que dijeran que le habían oído blasfemar contra Moisés y contra Dios.
Así consiguieron excitar al pueblo, a los ancianos y a los escribas, y llegando de improviso, lo arrestaron y lo llevaron ante el Sanedrín.
Entonces presentaron falsos testigos, que declararon: "Este hombre no hace otra cosa que hablar contra el Lugar santo y contra la Ley.
Nosotros le hemos oído decir que Jesús de Nazaret destruirá este Lugar y cambiará las costumbres que nos ha transmitido Moisés".
En ese momento, los que estaban sentados en el Sanedrín tenían los ojos clavados en él y vieron que el rostro de Esteban parecía el de un ángel.
Palabra de Dios. → Te alabamos, Señor.

Salmo 119(118),23-24.26-27.29-30. → ¡Bendito seas, Señor, enséñame tus preceptos!
Aunque príncipes sesionen en mi contra, tu servidor meditará en tus maravillas.
Tus testimonios son también mis delicias, tus preceptos son mis consejeros.
Te expuse mis proyectos y me respondiste: enséñame tus preceptos.
Haz que tome el camino de tus ordenanzas para que medite tus maravillas.
Aleja de mí el camino engañador, y dame la gracia de tu Ley.
He elegido el camino de la verdad, y tus juicios he deseado.

† Lectura del santo Evangelio según san Juan 6,22-29. → Gloria a ti, Señor.
22 Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del lago se dio cuenta que allí no había habido más que una barca y que Jesús no había subido con sus discípulos en la barca, sino que éstos se habían ido solos. 23 Mientras tanto algunas lanchas de Tiberíades habían atracado muy cerca del lugar donde todos habían comido el pan. 24 Al ver que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, la gente subió a las lanchas y se dirigieron a Cafarnaúm en busca de Jesús.
25 Al encontrarlo al otro lado del lago, le preguntaron: «Rabbí (Maestro), ¿cómo has venido aquí?»
26 Jesús les contestó: «En verdad les digo: Ustedes me buscan, no porque han visto a través de los signos, sino porque han comido pan hasta saciarse. 27 Trabajen, no por el alimento de un día, sino por el alimento que permanece y da vida eterna. Este se lo dará el Hijo del hombre; él ha sido marcado con el sello del Padre.»
28 Entonces le preguntaron: «¿Qué tenemos que hacer para trabajar en las obras de Dios?» 29 Jesús respondió: «La obra de Dios es ésta: creer en aquel que Dios ha enviado.»
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

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