lunes, 16 de abril de 2012

Dichosos los que esperan en el Señor



Santo(s) del día: Santa Bernardita

Oremos:
Dios todopoderoso y eterno, a quien confiadamente podemos llamar ya Padre nuestro, haz crecer en nuestros corazones el espíritu de hijos adoptivos tuyos, para que merezcamos gozar, un día, de la herencia que nos has prometido.
Por nuestro Señor Jesucristo... Amén.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (4, 23-31)
En aquellos días, tan pronto como Pedro y Juan quedaron en libertad, volvieron a donde estaban sus compañeros y les contaron lo que les habían dicho los sumos sacerdotes y los ancianos. Al oír esto, todos juntos clamaron a Dios, diciendo:
“Señor, tú has creado el cielo y la tierra, el mar y todo cuanto contiene; por medio del Espíritu Santo y por boca de tu siervo David, nuestro padre, dijiste:
¿Por qué se amotinan las naciones y los pueblos hacen planes torpes? Se sublevaron los reyes de la tierra y los príncipes se aliaron contra el Señor y contra su Mesías.
Esto fue lo que sucedió, cuando en esta ciudad se aliaron Herodes y Poncio Pilato con los paganos y el pueblo de Israel, contra tu santo siervo Jesús, tu ungido, para que así se cumpliera lo que tu poder y tu providencia habían determinado que sucediera.
Y ahora, Señor, mira sus amenazas y concede a tus siervos anunciar tu palabra con toda valentía. Extiende tu mano para realizar curaciones, señales y prodigios en el nombre de tu santo siervo, Jesús”.
Al terminar la oración tembló el lugar donde estaban reunidos, los llenó a todos el Espíritu Santo y comenzaron a anunciar la palabra de Dios con valentía.
Palabra de Dios. → Te alabamos, Señor.

Salmo 2 → Dichosos los que esperan en el Señor. Aleluya.
¿Por qué se amotinan las naciones y los pueblos hacen planes torpes? Se sublevan los reyes de la tierra y los príncipes se alían contra el Señor y contra su Mesías, diciendo: “Rompamos sus cadenas, sacudamos sus ataduras”.
El que vive en el cielo sonríe; desde lo alto, el Señor se ríe de ellos. Después les habla con ira y los espanta con su cólera: “Yo mismo lo he constituido como rey en Sión, mi monte santo”.
Anunciaré el decreto del Señor. He aquí lo que me dijo: “Hijo mío eres tú, yo te he engendrado hoy. Te daré en herencia las naciones y como propiedad toda la tierra. Podrás gobernarlas con cetro de hierro, y despedazarlas como jarros”.

† Lectura del santo Evangelio según san Juan (3, 1-8) → Gloria a ti, Señor.
1 Entre los fariseos había un personaje judío llamado Nicodemo. Este fue de noche a ver a Jesús y le dijo: 2 «Rabbí, sabemos que has venido de parte de Dios como maestro, porque nadie puede hacer señales milagrosas como las que tú haces, a no ser que Dios esté con él.»
3 Jesús le contestó: «En verdad te digo que nadie puede ver el Reino de Dios si no nace de nuevo desde arriba.»
4 Nicodemo le dijo: «¿Cómo renacerá el hombre ya viejo? ¿Quién volverá al seno de su madre para nacer una segunda vez?» 5 Jesús le contestó: «En verdad te digo: El que no renace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. 6 Lo que nace de la carne es carne, y lo que nace del Espíritu es espíritu.
7 No te extrañes de que te haya dicho: “Necesitan nacer de nuevo desde arriba”. 8 El viento sopla donde quiere, y tú oyes su silbido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Lo mismo le sucede al que ha nacido del Espíritu.»
Palabra del Señor. → Gloria a ti, Señor Jesús.

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