sábado, 28 de abril de 2012

Cumpliré mis promesas al Señor


Santo(s) del día: Santa Gianna Beretta

Oremos:
Dios nuestro, que por medio del bautismo haces participar de la vida de Cristo a los que creen en ti, protégenos de los engaños del enemigo, para que podamos conservar fielmente el don de tu amor.
Por nuestro Señor Jesucristo… Amén.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (9, 31-42)
En aquellos días, las comunidades cristianas gozaban de paz en toda Judea, Galilea y Samaria, con lo cual se iban consolidando, progresaban en la fidelidad a Dios y se multiplicaban, animadas por el Espíritu Santo.
Pedro recorría toda la región y una vez fue a visitar a los fieles que vivían en Lida. Ahí encontró a un hombre, llamado Eneas, que tenía ya ocho años de estar en cama, paralítico. Pedro le dijo:
“Eneas, Jesucristo te da la salud. Levántate y tiende tu cama”. Eneas se levantó inmediatamente; y todos los habitantes de Lida y de la llanura de Sarón que lo vieron, se convirtieron al Señor.
Había en Jafa, entre los discípulos, una mujer llamada Tabitá (que significa “gacela”), la cual hacía infinidad de obras buenas y repartía limosnas. En aquellos días cayó enferma y murió. Lavaron su cadáver y lo tendieron en una habitación del segundo piso. Como Lida está cerca de Jafa, los discípulos, sabiendo que Pedro estaba allá, enviaron dos hombres para suplicarle que fuera a Jafa sin tardar. Pedro fue con ellos. Tan pronto como llegó, lo condujeron a la habitación del segundo piso. Allí lo rodearon todas las viudas, llorando y mostrándole las túnicas y los vestidos que Tabitá les había hecho, cuando aún vivía.
Pedro mandó salir a todos, se postró de rodillas y se puso a orar; luego, dirigiéndose a la muerta, dijo: “Tabitá, levántate”.
Ella abrió los ojos y al ver a Pedro, se incorporó. El la tomó de la mano y la levantó; llamó a los fieles y a las viudas y se la entregó viva. Esto se supo por toda Jafa y muchos creyeron en el Señor.
Palabra de Dios. → Te alabamos, Señor.


Salmo 115 → ¿Cómo le pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Aleluya.
¿Cómo le pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?
Levantaré el cáliz de salvación e invocaré el nombre del Señor.
Cumpliré mis promesas al Señor ante todo su pueblo. A los ojos de Dios es muy penoso que mueran sus amigos.
De la muerte, Señor, me has librado, a mí, tu esclavo e hijo de tu esclava. Te ofreceré con gratitud un sacrificio e invocaré tu nombre.

† Lectura del santo Evangelio según san Juan (6, 60-69) → Gloria a ti, Señor.
60 Al escucharlo, cierto número de discípulos de Jesús dijeron: «¡Este lenguaje es muy duro! ¿Quién querrá escucharlo?»
61 Jesús se dio cuenta de que sus discípulos criticaban su discurso y les dijo: «¿Les desconcierta lo que he dicho? 62 ¿Qué será, entonces, cuando vean al Hijo del Hombre subir al lugar donde estaba antes? 63 El espíritu es el que da vida, la carne no sirve para nada. Las palabras que les he dicho son espíritu y vida. 64 Pero hay entre ustedes algunos que no creen.»
 Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién lo iba a entregar. 65 Y agregó: «Como he dicho antes, nadie puede venir a mí si no se lo concede el Padre.»
66 A partir de entonces muchos de sus discípulos se volvieron atrás y dejaron de seguirle. 67 Jesús preguntó a los Doce: «¿Quieren marcharse también ustedes?» 68 Pedro le contestó: «Señor, ¿a quién iríamos? Tú tienes palabras de vida eterna. 69 Nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios.»
Palabra del Señor. → Gloria a ti, Señor Jesús.

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